Cuando no se ve el amor, todo pierde sentido. La necesidad interior es tan grande, que se distorsiona la visión, hasta de uno mismo.
Sin amor, las virtudes y logros carecen de valor, porque no parecen suficientes para ser amados. De que sirve ser y tener, si la recompensa no es el amor?
Y comienza la lucha!, para demostrar el propio valor, para defenderse de ser despreciado, para rechazar todo lo que te haga sentir insignificante, para impedir todo aquello que insinúe lo que en el fondo creemos cierto: “No merezco ser amado”.
Y florecen las culpas de no ser digno de amor. Y comienza la búsqueda, de aprobación, de aceptación, de afecto, una búsqueda desesperada que va seguida del resentimiento de no hallar y de no recibir.
Hasta que llega la verdad: ¡No conocemos el amor! No podemos identificar algo que no entendemos, se ha hecho invisible ante nuestra necesidad. Ignoramos que el amor es tan mágico como la presencia de Dios, tan indescifrable como poderoso, tan presente como ausente.
Y resulta necesario enfrentar la necesidad interior, para sentirse mas seguro, para poder diferenciar entre lo que no vemos y lo que no tenemos, para ver el amor más allá de nuestras limitaciones.
Sentirse vacío de amor, nos enfrenta a lo esencial y verdadero: es este sentimiento el que le da vida a todo. Somos dignos de amor, somos amor, somos suficientes a la luz del espíritu…Sin amor, nada existiría.
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