Y parecía que un océano celestial se derramaba en gotas,
y que cada una de ellas sentía enojo, y lo descargaba a golpes contra el suelo: Unas pandilleras organizadas haciendo una danza de energía y pasión
La sincronía y la fuerza, eran característica principal, todas juntas, decididas, y seguras al bajar, golpeaban cada cosa que, en su camino, se pudieran encontrar; y hacían un ruido, que solo un enorme motor encendido podría imitar.
Era como si desearan penetrar el suelo, llegar más allá, encontrarse con algo invisible, deseado, que no conocemos, y no podemos imaginar; algo que el suelo esconde…habría que escudriñar!.
Lo cierto, es que, alguna premura tenían ellas por bajar, bastaba con observarlas desenvolverse en su andar: persistentes, robustas, confiadas...con libertad para actuar. No habiendo viento ni sol, ¿quién las iba a molestar?
Finalmente, en el suelo, parte de aquel océano, se podía observar; y las gotas, ya cansadas, se empezaron a retirar… hasta que el silencio se hizo; y el sol, decidió brillar!.
Jhozo
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