1 de 1000 maneras

En un día cualquiera, de mi entretenida y ocupada vida, apareciste tú; en un casual encuentro que parecía no revelar nada, pero que pronto se convertiría en el placer de conocernos, y más tarde, en el renacer de mi misma.

Misteriosamente, antes de aquel día, ya habías entrado a mi vida; oír de ti, había sido algo que inexplicablemente me inquietaba de forma exclusiva, y me producía la especial necesidad de imaginarte.

Sin pensar que ocurriría realmente, llegué a sentir temor de ese día en que llegara a mirarte por primera vez, pero sorprendentemente ese día llegó, y bastaron solo minutos para que la atracción nos acercara sutilmente hasta crear una confortable sensación de seducción.

Aquel fue un encuentro sencillo, y quizá habría sido algo fácil de olvidar, de no ser por las recurrentes e inevitables casualidades que nos juntaron una y otra vez durante los siguientes días.

Más tiempo pasó sin novedades, tiempo que pudo ser la ocasión de dejar atrás aquellos destellos de pasión, pero que se vio interrumpido súbitamente aquel nuevo día en que escuché tu nombre, y con él, la posibilidad de un nuevo encuentro que, maravillosamente, produjo en mi, emociones y esperanzas de volverte a ver.

Y así ocurrió, aquella noche volvimos a vernos como por obra del destino. Me encontraba tan hipnotizada contigo que a ratos me sorprendía dominada por el instinto de acercarme aun más a ti; y aunque pude detenerme, no pude hacer lo mismo con los sentimientos y pensamientos que desde entonces se quedaron en mí.

Definitivamente, había comenzado una historia entre tú y yo, y aquel preámbulo que nos preparó el destino, fue tan solo una de sus mil maneras de unirnos para vivirla.

Si la vida nos regala vida, no dejemos que se nos escape!!

Jhozo

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