A tu vida, llegan personas e ideas, por las que te arriesgas, con la seguridad de que te harán aun mas feliz de lo que te hace creer en ellas; que te devuelven lo mejor de ti mismo con solo existir y que te son suficientes para atreverte a vivir.
Cuando te conectas verdaderamente con alguien o con algo que deseas, decides que puedes confiar en ello mas allá de tus propios miedos, haces un espacio en tu tiempo para dedicarlo a esta nueva gran conquista, y te das por entero con honestidad y espontaneidad, siendo tu mismo, con el maravilloso adicional de estar motivado.
Te entregas, sabiendo que "la confianza es la mayor inversión que puede uno hacer cuando se imagina que la felicidad esta en un lugar", que es tu único recurso a invertir ante una corazonada. Sin hacerte muchas preguntas, corres tras esa ilusión con la energía desbocada que emana de ti.
Sucede también que te haces vulnerable, y por cada caída que sufres, el miedo te hace sentirte tonto y querer renunciar; y aunque te levantas y piensas que no puedes resignarte a no hacer nada por lo que quieres, cuanto menos recompensa consigues en lo que haces, más dispuesto estarás a convencerte de que no vale la pena.
Pero lo cierto es que tú, cuando realmente has depositado tu fe en algo o en alguien, antes de llegar al punto de entregarte al fracaso, antes de perder la fe, antes de cruzar los brazos y renunciar, te determinas a ir con esperanza tras eso, confiando en que valdrá la pena lo que lo que buscas y lo que entregas, confiando que la felicidad se quedará ahí para ti, simplemente confiando.
Jhozo
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