Hace poco alguien me preguntó sobre mis actividades productivas, y es curioso porque sentí que solo debía responder por aquello donde estuviera mi mejor fuente de dinero.... Sin embargo hablé sobre la siembra de hierbas comestibles y medicinales, frutos y alimentos que cultivo , sobre mis actividades artísticas , espirituales y creativas en servicio del ser y su humanidad, y sobre mis actividades, propuestas y acciones en servicio de la comunidad y la sociedad....todas tareas productivas, satisfactorias, de talento y valor que vienen de mi .
Dos días previos a esto alguien me enviaba un vídeo que decía que la vida podía empezar a cualquier edad, y mientras reflexionaba lo que eso significaba solo podía pensar las edades a las que recibí mis títulos profesionales, me fui a vivir sola, viaje por el mundo, cree mi marca proyecto, diseñé y comercialice mis propios productos, me hice gerente de una empresa familiar, etc...
El punto con estas 2 anécdotas casuales es atravesar el viejo estigma social, y mental, de que si no encajas en un molde prefabricado y determinado que se supone debes cumplir, entonces incluso toda tu riqueza, valor, vida, logros, talentos, trabajo, experiencias y SER, pueden ser despreciados, pasar desapercibidos o disfrazados de fracasos, y hasta juzgados de problema e infelicidad .
Esta no es una lucha contra ningún símbolo probado de éxito, es solo una apertura a la conciencia sobre la belleza, el valor, la utilidad, la forma y el camino con los cuales progresa cada parte de un todo, desde su naturaleza, desde su luz, desde su propia fuente de vida y amor. Es un llamado al reconocimiento, a la recompensa, a la inclusión de todo lo que hacemos, aportamos y somos individual, familiar, social y universalmente.
La vida no es un desperdicio, ninguna existencia merece ser despreciada en la insatisfacción de exigentes búsquedas específicas que enceguecen, privan, rigidizan y alejan de toda riqueza, aprecio, gratitud y placer. He allí el verdadero fracaso triste y miserable.
Ahora la pregunta abierta, a quien necesite la reflexión, es, Cuanto pagarías por mis relatados talentos, oportunidades y experiencias? Cuanto cobrarías por hacer todo lo que yo he hecho en mi vida para los demás?... Habrías reunido o podrías reunir lo suficiente?... He allí la caída de algunos preconceptos que limitan la expresión del ser y de la propia vida.
Valorar y merecer es un lenguaje entre entendidos.
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