Existe esa etapa en cada proceso que vivimos en nuestra vida que representa un ejercicio donde practicamos DAR aquello que "necesitamos" recibir. Nos dedicamos con vital importancia a ofrecer lo que en el fondo estamos pidiendo, esperando, queriendo...
Vamos por ahí eligiendo personas, situaciones y emociones que nos permitan la oportunidad de revivir aquello que no resultó favorable la primera vez, o incluso, que se hizo peor la segunda vez que lo intentamos resolver para que se diera a nuestra manera.
Vamos insistiendo obsesionados en recrear, mejorar, reparar, prevenir...algo que en realidad ya pasó, pero que sigue presente en nosotros como una herida o como algo que necesitamos arreglar a nuestra manera.
Está más que comprobado el ejemplo de personas que viven una experiencia que consideraron hiriente, traumatica, dolorosa...y luego se dedican a evitar, sanar o corregir experiencias que parezcan la misma en la vida de otros, para sanarse a si mismos o para perdonarse a si mismos...para superar aquel evento o aquel impacto que no se ha ido de su interior, para ganar donde sintieron perder.
No siempre involucramos a otros para "salvarlos" en sus experiencias, a veces también nos paramos frente a aquellos que puedan causarnos el mismo dolor y la misma oportunidad, con la esperanza de vencer!
Por ejemplo : Quien comete un error y se siente culpable se hace más comprensivo con el que yerra para hacerlo sentir más cómodo y más aceptado...o puede colocarse en el extremo de elegir castigar, juzgar y disciplinar a quien comete errores, porque lo considera imperdonable.
Se trata de sentir que ahora tenemos poder frente a la cuestión que nos derrumbó antes, siendo indulgentes o verdugos, pero fingiendo que tenemos el control.
En cualquiera de los casos hay una reacción al hecho, a la circunstancia que de antemano tiene un significado personal que responde al impacto no resuelto que tuvo en nosotros.
Ahora bien, es esta una manera real de resolver lo que nos sacudió interiormente ? Pues al menos es una manera muy inteligente de llevarlo!, pero llevarlo no es soltarlo...y solo quedará resuelto cuando ya no signifique nada a lo que reaccionar.
Es hasta que sanamos nuestras heridas que dejamos de revivir, repetir, elegir e insistir en tener el control de lo pasado. Pero, como sanar una herida que no aceptamos?.
Quizá no existe algo como la manera correcta o el lapso de tiempo correcto para atravesar nuestros procesos respecto a esos hechos que nos dejaron un shock que nos puso a trabajar nuestra verdad personal. Pero existe algo muy valioso que necesitamos en cualquier circunstancia y es la conciencia clara de lo que nos pasó por dentro y de lo que necesitamos hacer al respecto para sanar.
Podemos repetir una experiencia un millón de veces en distintas personas, situaciones y formas solo porque la primera vez que nos pasó estuvimos por debajo de ella o porque simplemente no respondimos a lo que en realidad necesitábamos enfrentar de ello para dejarlo atrás en paz.
Párate firme en tu poder personal y acepta esa herida tal como fue y tal como está , sabiendo que no puede cambiar, pero sabiendo que tu fuerza es superior, que dentro de ti hay algo mayor, algo mejor que restaura tu inmunidad, que te limpia y te libera, que te transforma y te crece cuando eliges permitir para superar, soltar y perdonar, para renunciar a lo que perdiste sabiendo que en lo nuevo algo mejor vendrá, sabiendo que el dolor no es un enemigo tan grande ni tan poderoso, sino más bien un maestro que te habla con claridad sobre ti mismo y sobre todo aquello que mereces iluminar.
No revivas tu circunstancia, revive tú y la dejarás atrás!
Jhozo
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