Entre la realidad que absorbemos, la que nos habita y la que manifestamos, debe haber un equilibrio...
En esas etapas en la que la mayor parte de la información y creencias en las que confiamos ciegamente llegan desde nuestro exterior, terminamos invirtiendo tiempo, esfuerzo y energía en encontrar aquello único que nos falta mientras lo estamos teniendo todo, y en encontrarnos a nosotros mismos.
Otras veces están esos momentos y etapas en los cuales la vida nos aparta "inesperadamente" de algo que creíamos tener o necesitar, para hacernos valorar todo lo que estábamos teniendo pero ignorando por estar ensimismados, y nos podemos sentir aún más perdidos y también obligados a tomar conciencia del lugar en que nos encontramos.
Pero también existe una etapa aún más mágica, en la que todo lo que sale contrario a lo deseado ya no te hace sentir en búsqueda ni tampoco en pérdida sino en conexión con todo lo que está en ti, y la experiencia que podía llamarse dolorosa o injusta, resulta un bello ejercicio de auto reconocimiento y valoración envuelto de una manera que no hubieras querido antes. Es una etapa en la que perder algo te enriquece y renunciar a lo deseado te fortalece, es como un avance en reversa hacia la dirección correcta, como un cambio de perspectiva, una parada de manos, un rico intercambio entre la realidad que imaginabas y la que necesitabas.
Cuando dejas de sentir que algo te falta, de buscar algo que está perdido o de sufrir la pérdida por aquello que no te pertenecía, te sientes libre y expandido, y es allí cuando aspiras a la voluntaria y consciente manifestación externa de tu realidad interior.
Te atreves a encontrarte contigo y vivir desde adentro? ;)
Jhozo
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