Como burbujas que emergen de nuestras profundidades cuando a fuego lento nos elevamos en nosotros mismos, salen a la superficie los recuerdos de todo aquello que decidimos guardar para después.
Un después que no se da cuando queremos, sino cuando estamos listos, un después que se hace eternamente lejano cuanto mayor es el cúmulo de asuntitos no resueltos. Y es que en lugar de desechar instantáneamente todo aquello que no entendimos o que no nos sirvió, lo usamos para llenarnos de propósitos, de pendientes, de dudas, para llenarnos a nosotros mismos ... pero se nos olvida! Se nos olvida que cada cierto tiempo hay que deshacernos de lo que no usamos , se nos olvida cuanto hemos guardado capa tras capa, y olvidamos redistribuir nuestros espacios internos de manera saludable.
Así que un día cualquiera, cuando algo se ha cocido a fuego lento en nuestro interior, y/o cuando involuntaria y sorpresivamente hacen ebullición aquellas burbujas de recuerdos que hoy son inútiles, lo mejor que podemos hacer es transmutarlos...Y SANAR!
Limpia tus memorias
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